ROSAS
Iniciación
Han llegado las rosas de la aldea un poco mustias,
su perfume inconfundible llena toda la casa.
¿Dónde ha ido a parar el cuadro de la virgen dolorosa
con esa mano alzada expresando el dolor del hijo muerto?
¿Por qué pega a su hijo?-dice la niña.
Es una pregunta llena de inocencia.
-No le pega, sino que se lamenta-
-¿Por eso llora?
-Llora por nuestros pecados-
-¿Y que es el pecado?
-Es la desobediencia.
-Son las malas palabras.
-Y son los dedos cuando se ponen donde no deben estar-
Por la cámara oscura del balcón entrecerrado se cuelan
los pasos perdidos de la calle, sonidos e invertidas imágenes.
Es como un sueño y sus dedos de niña
descubren el placer del pecado.
Sobre ese olor picante de rosas un poco mustias.
martes, 29 de diciembre de 2009
martes, 8 de diciembre de 2009
Alerta la sirena y cunde el pánico.
Y cae fuego del cielo.
Todos se mueven buscando un refugio.
A su reclamo, en la casa de Ayala
nos reunimos todos en el pasillo,
el lugar más seguro, bajo el farol de hierro.
Comienza una tormenta de truenos increíbles.
Y cae fuego del cielo.
Con la metralla se rompen los cristales,
y va a parar sobre la cama donde estuvo mi padre,
atravesando el colchón y las mantas.
Ese fuego del cielo nos castiga.
Rezamos, temblamos y los niños lloramos.
En esa lotería ¿seremos una victima?
¿Qué hemos hecho?
¿Por qué se nos castiga?
Y cae fuego del cielo.
Todos se mueven buscando un refugio.
A su reclamo, en la casa de Ayala
nos reunimos todos en el pasillo,
el lugar más seguro, bajo el farol de hierro.
Comienza una tormenta de truenos increíbles.
Y cae fuego del cielo.
Con la metralla se rompen los cristales,
y va a parar sobre la cama donde estuvo mi padre,
atravesando el colchón y las mantas.
Ese fuego del cielo nos castiga.
Rezamos, temblamos y los niños lloramos.
En esa lotería ¿seremos una victima?
¿Qué hemos hecho?
¿Por qué se nos castiga?
domingo, 6 de diciembre de 2009
Blanca la nieve
BLANCOS
Mi primer recuerdo
Blanca es la puerta del cuarto de mis padres.
Blanca la nieve.
Blanco ese cuerpo de niña aterida,
en esa casa helada de once habitaciones,
que en ese sueño de estepa interminable
lanza gritos de auxilio.
Y esa puerta cerrada no se abre.
-Duerme-le dicen-que sólo es pesadilla-
Ese sueño de frío en la nieve, desnuda y en la estepa.
Y esa puerta tan blanca no se abre.
En el frío de enero, sin caricias.
Mi primer recuerdo
Blanca es la puerta del cuarto de mis padres.
Blanca la nieve.
Blanco ese cuerpo de niña aterida,
en esa casa helada de once habitaciones,
que en ese sueño de estepa interminable
lanza gritos de auxilio.
Y esa puerta cerrada no se abre.
-Duerme-le dicen-que sólo es pesadilla-
Ese sueño de frío en la nieve, desnuda y en la estepa.
Y esa puerta tan blanca no se abre.
En el frío de enero, sin caricias.
LA GUERRA CIVIL
VERDE HIERBA
La guerra civil
Pese a la guerra, El Retiro está resplandeciente.
Se han abierto todas las rosas, hace sol.
Me han puesto un bonito traje de flores,
calcetines y zapatitos blancos.
Para hacer esa fotografía
me han dicho que me siente en el suelo,
y yo lo he hecho con las piernas cruzadas.
Pensativa, apoyo la cabeza en mi puño
en un gesto que ya será del todo mío.
El peinado, el de toda mi infancia:
recogido, a un lado con un lazo blanco.
Acaba de empezar esta maldita guerra,
aún llevamos los floridos trajes tan bonitos,
después vendrán los de telas combinadas
que mi madre y Juana la costurera
dicen copiar de los figurines
que también se adaptan a carencias.
Arreglos para aprovechar lo que quedó pequeño.
Iremos cayendo poco a poco en la pobreza.
El mono azul será la prenda digna.
Desaparecerán sombreros y corbatas
y con ellos la buena vida.
De gris será de ahora en adelante, de miedo y obediencia
La guerra civil
Pese a la guerra, El Retiro está resplandeciente.
Se han abierto todas las rosas, hace sol.
Me han puesto un bonito traje de flores,
calcetines y zapatitos blancos.
Para hacer esa fotografía
me han dicho que me siente en el suelo,
y yo lo he hecho con las piernas cruzadas.
Pensativa, apoyo la cabeza en mi puño
en un gesto que ya será del todo mío.
El peinado, el de toda mi infancia:
recogido, a un lado con un lazo blanco.
Acaba de empezar esta maldita guerra,
aún llevamos los floridos trajes tan bonitos,
después vendrán los de telas combinadas
que mi madre y Juana la costurera
dicen copiar de los figurines
que también se adaptan a carencias.
Arreglos para aprovechar lo que quedó pequeño.
Iremos cayendo poco a poco en la pobreza.
El mono azul será la prenda digna.
Desaparecerán sombreros y corbatas
y con ellos la buena vida.
De gris será de ahora en adelante, de miedo y obediencia
domingo, 29 de noviembre de 2009
Madrid 1933
CUANDO YO NACÍ
Cuando yo nací en Madrid, en 1933, España había desterrado a su rey y La República intentaba hacer las cosas de otra forma, quizá favorecer a los desfavorecidos, mitigar la pobreza, llevar la enseñanza y la cultura a los pueblos. Pero a muchos aquellas reformas no les gustaron nada. Otros quisieron dar vuelta a la tortilla muy deprisa y se desmandaron, pocos días antes de mi nacimiento, en Casas Viejas, un pueblecito de Andalucía un grupo de anarquistas siguiendo el dicho de que la tierra es del que la trabaja, se niegan a abandonar lo que reclaman como suyo . El “seisdedos” los enardece y se refugian en una casa. La guardia civil los acosa y los sitia. Los de dentro piden una tregua para que salga una mujer y un niño. Se la conceden pero luego prenden fuego a la casa. Los que quedan salen despavoridos y reciben una descarga a quemarropa. Un montón de cadáveres queda en esa tierra, regada ahora de la sangre de los que esperaban recibir de ella su pan. Según mi horóscopo el planeta Urano, que es un planeta lento, estaba afligido y su influjo hará de mí una rebelde, lentamente también. Soplaban malos vientos en el mundo para la libertad: Adolfo Hitler era nombrado por esos mismos días Canciller y Franco tres años más tarde se sublevó contra la República y comenzó una guerra civil. Mis primeros recuerdos son “los efectos colaterales” de esa guerra odiosa y lo que vino después, el frío, el hambre, la pobreza de pensamiento, y el silencio de los vencidos. Mis poemas, si es que los puedo llamar así, pues más bien se trata de prosa poética, quieren reflejar en paralelo mi evolución, la de una persona cualquiera, con los acontecimientos vividos en una dictadura.
Cuando yo nací en Madrid, en 1933, España había desterrado a su rey y La República intentaba hacer las cosas de otra forma, quizá favorecer a los desfavorecidos, mitigar la pobreza, llevar la enseñanza y la cultura a los pueblos. Pero a muchos aquellas reformas no les gustaron nada. Otros quisieron dar vuelta a la tortilla muy deprisa y se desmandaron, pocos días antes de mi nacimiento, en Casas Viejas, un pueblecito de Andalucía un grupo de anarquistas siguiendo el dicho de que la tierra es del que la trabaja, se niegan a abandonar lo que reclaman como suyo . El “seisdedos” los enardece y se refugian en una casa. La guardia civil los acosa y los sitia. Los de dentro piden una tregua para que salga una mujer y un niño. Se la conceden pero luego prenden fuego a la casa. Los que quedan salen despavoridos y reciben una descarga a quemarropa. Un montón de cadáveres queda en esa tierra, regada ahora de la sangre de los que esperaban recibir de ella su pan. Según mi horóscopo el planeta Urano, que es un planeta lento, estaba afligido y su influjo hará de mí una rebelde, lentamente también. Soplaban malos vientos en el mundo para la libertad: Adolfo Hitler era nombrado por esos mismos días Canciller y Franco tres años más tarde se sublevó contra la República y comenzó una guerra civil. Mis primeros recuerdos son “los efectos colaterales” de esa guerra odiosa y lo que vino después, el frío, el hambre, la pobreza de pensamiento, y el silencio de los vencidos. Mis poemas, si es que los puedo llamar así, pues más bien se trata de prosa poética, quieren reflejar en paralelo mi evolución, la de una persona cualquiera, con los acontecimientos vividos en una dictadura.
Fin de Trayecto
FIN DE TRAYECTO
A José Manuel Caballero Bonald
del que tomé el título y un verso.
Ya no hay un nuevo punto de partida.
Enmudecieron los llantos y risas de los niños.
Callaron las alegres voces de los estudiantes.
Sobra silencio.
A la sombra del olmo
me he sentado esta tarde,
esperando la nada,
descansando la vida.
Enmudecieron los llantos de los niños
que ya volaron solos.
Se hicieron hombres y mujeres mis estudiantes
que se llevaron muchas de mis semillas.
Es tiempo de silencio.
Ningún punto de partida.
Esperando la nada.
Ya no hay lucha por conseguir derechos.
Todo, despacio, se va alejando en el silencio,
en la paz en otro tiempo deseada.
Hoy tengo paz, tiempo y silencio,
pero he perdido fuerzas.
Todo se va alejando.
Se desdibujan las formas y colores
y las ideas se hacen transparentes,
falta vigor para luchar por ellas.
No hay un nuevo punto de partida.
Queda la rabia ante las injusticias.
Queda el amor que floreció en su día.
Queda la belleza que produjeron mis manos, ahora insensibles.
Estoy conforme con este tiempo nuevo, es un regalo.
Tiempo de silencio, de recuerdos, de pensamiento lúcido.
Pero todo es pasado, porque me voy acercando al final del trayecto.
Y ya no tengo un nuevo punto de partida.
A José Manuel Caballero Bonald
del que tomé el título y un verso.
Ya no hay un nuevo punto de partida.
Enmudecieron los llantos y risas de los niños.
Callaron las alegres voces de los estudiantes.
Sobra silencio.
A la sombra del olmo
me he sentado esta tarde,
esperando la nada,
descansando la vida.
Enmudecieron los llantos de los niños
que ya volaron solos.
Se hicieron hombres y mujeres mis estudiantes
que se llevaron muchas de mis semillas.
Es tiempo de silencio.
Ningún punto de partida.
Esperando la nada.
Ya no hay lucha por conseguir derechos.
Todo, despacio, se va alejando en el silencio,
en la paz en otro tiempo deseada.
Hoy tengo paz, tiempo y silencio,
pero he perdido fuerzas.
Todo se va alejando.
Se desdibujan las formas y colores
y las ideas se hacen transparentes,
falta vigor para luchar por ellas.
No hay un nuevo punto de partida.
Queda la rabia ante las injusticias.
Queda el amor que floreció en su día.
Queda la belleza que produjeron mis manos, ahora insensibles.
Estoy conforme con este tiempo nuevo, es un regalo.
Tiempo de silencio, de recuerdos, de pensamiento lúcido.
Pero todo es pasado, porque me voy acercando al final del trayecto.
Y ya no tengo un nuevo punto de partida.
lunes, 23 de noviembre de 2009
ROJO LUMINOSO DEL 68
Me salvaron la vida
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos, una televisión,
mil pájaros negros y un deseo:
dormir como Marilyn Monroe.
Por aquella ventana luminosa
contemplaba a los estudiantes franceses
lanzar adoquines a los guardias
y consignas al pueblo:
¡La imaginación al poder!
¡Prohibido prohibir!
¡Abajo la experiencia!
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos y mil pájaros negros.
Y comencé a disparar adoquines
con la imaginación.
Disparaba adoquines sobre mi vida gris
porque tenía mil pájaros negros.
Aquellos estudiantes dignificaron el sexo
trajeron libros nuevos
y entró con ellos un ventarrón de libertad
que alejó el vuelo de mis pájaros.
Aquellos estudiantes rompieron
el mundo cerrado de los dogmas.
Querían el amor y no la guerra.
Rompieron las normas ya caducas
Rompieron las cadenas que nos tenían paralizados.
Con aquellos estudiantes entré en la “contracultura”
¡Descubrí que podía pensar por mi cuenta!
¡Abajo la fe del carbonero!
Aquellos estudiantes, sin saberlo, me salvaron la vida.
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos, una televisión,
mil pájaros negros y un deseo:
dormir como Marilyn Monroe.
Por aquella ventana luminosa
contemplaba a los estudiantes franceses
lanzar adoquines a los guardias
y consignas al pueblo:
¡La imaginación al poder!
¡Prohibido prohibir!
¡Abajo la experiencia!
Yo tenía treinta y cinco años,
siete hijos y mil pájaros negros.
Y comencé a disparar adoquines
con la imaginación.
Disparaba adoquines sobre mi vida gris
porque tenía mil pájaros negros.
Aquellos estudiantes dignificaron el sexo
trajeron libros nuevos
y entró con ellos un ventarrón de libertad
que alejó el vuelo de mis pájaros.
Aquellos estudiantes rompieron
el mundo cerrado de los dogmas.
Querían el amor y no la guerra.
Rompieron las normas ya caducas
Rompieron las cadenas que nos tenían paralizados.
Con aquellos estudiantes entré en la “contracultura”
¡Descubrí que podía pensar por mi cuenta!
¡Abajo la fe del carbonero!
Aquellos estudiantes, sin saberlo, me salvaron la vida.
Presentacion
Me presentare: Soy Cristina, Escribo poesía desde no hace mucho, tengo un libro publicado "Poemas de la media tarde". Actualmente escribo mis recuerdos en forma de poesía, intentando reflejar la influencia de los acontecimientos politicos sobre mi propia vida y mi tansformación al empezar a pensar por mi misma, viví en los tiempos de una dictadura. Tarde bastante en retomar mi propio camino. Quizá lo que escriba en este blog se acerque más a la prosa que a la poesía.
La vida no es lo que uno vivió,
sino la que uno recuerda
y cómo la recuerda para contarla.
Gabriel García Márquez
La vida no es lo que uno vivió,
sino la que uno recuerda
y cómo la recuerda para contarla.
Gabriel García Márquez
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